Suena repetitivo, redundante, suena típico, pero es lo único que se puede hacer desde este humilde puesto en el que me encuentro.
Nunca se me dió bien escribir poesías, nunca de mi boca ha salido un pareado pensado por mi, siempre salieron por accidente. Nunca tuve mano para ello, solo para contar una historia que lo único que tenía de mi eran los sentimientos. Pero en estos momentos, no vienen historias a mi cabeza.
En estos momentos, enciendo una vela y observo su llama, quieta, respirando con cautela, dando gracias porque yo hoy sí respiro, dando gracias porque los que yo quiero respiran conmigo. Quejandome por ser esta la única manera en la que se pueden arreglar las cosas con aquellos que ya habían desaparecido, por darme cuenta de que el cariño solo se escondía, pero aún existía, aún existía, aún... por ser algo tan cruel lo que despierte a esos corazones adormecidos, pero aún puedo dar gracias, aún puedo, al saber que están bien, que podremos arreglar las cosas.
Hace cuatro días buscaba una respuesta, ansiaba conocerla, temía no conseguirla.
"Llegará, llegará esa respuesta".
Esa respuesta llegó, ojalá solo se hubiese manifestado en un sueño, ojalá, ojalá, se manifestó de esta manera, y no puedo dar las gracias por su llegada, no puedo... y a la vez tengo que darlas. Porque podré compartir esa respuesta con la persona adecuada.
Yo tengo mi respuesta, pero esta no me consuela, por eso, enciendo una vela, para no preguntar jamás o, por si pregunto, conocer de otra manera las respuesta.
Enciendo una vela también, para saber la verdad. Para dar las gracias y para protestar.